Perdices rojas Capiz

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También denominada perdiz colorada, perdiz común o perdiz ibérica es una de las especies de caza menor más apreciadas y perseguidas por los cazadores, en lo que influye decisivamente tanto la deportividad de su caza como el agradable y exclusivo sabor de su carne. 

La gran expansión de las perdices rojas en el territorio español y, en general, en el territorio europeo tuvo su mayor impulso durante el siglo XVII, cuando en realidad se inició la verdadera aclimatación de las perdices rojas en un clima de corte continental. En la actualidad, se conocen varias subespecies cuya localización geográfica y características son perfectamente conocidas por los aficionados.

Si bien las perdices rojas y su habitat se encuentran amenazados por la expansión de la civilización industrial y urbana, la realidad actual de España es en ese sentido muy satisfactoria ya que las poblaciones de perdices rojas son abundantes. Ocasionalmente, de manera algo cíclica, se producen modificaciones temporarias de las tendencias demográficas de las perdices rojas en nuestro territorio. No obstante estas oscilaciones son temporarias y salvo condiciones realmente excepcionales no se prolongan más allá de uno o dos años. El régimen alimenticio de las perdices rojas es de carácter omnívoro, aspecto que brinda una amplia gama de posibilidades en lo que respecta al habitat en el cual esta especie es capaz de desarrollarse; sin duda, una de las razones por las cuales esta especie se encuentra tan ampliamente difundida, no solamente en España sino también en otros países de Europa.

En cuanto a las características residenciales de las perdices rojas, se trata de una especie que, aunque gran corredora, presenta hábitos sedentarios, hecho que hace posible encontrar en una misma zona geográfica ejemplares de bastante edad, rasgo que ha dado lugar al dicho que “la perdiz donde nace, muere”. Normalmente los grupos de perdices rojas no superan los 15-20 ejemplares y los miembros de una bandada permanecen juntos, ya sea por su hábitos sedentarios o bien por ser esta forma de convivencia la más adecuada para una mejor defensa de la especie. Así un grupo de perdices rojas que se ve amenazado por algún peligro responde desplazándose en conjunto en una misma dirección, aunque los ejemplares se dispersan en diferentes puntos de la zona, no demasiado distantes entre sí.

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